Ficha de artículo : 372341
Antonio Mancini (1852-1930) "El monaguillo"
Autor : Antonio Mancini
Época: A principios del siglo XX
Medidas Al. x An. x P  
El monaguillo, circa 1905 - 1910. Pintura al óleo sobre lienzo. En excelente estado de conservación. Realizado en 1905/10. Firmado abajo a la derecha en rojo: A. Mancini. Medidas: al 54,5 x 39 cm La modelo (Desire) de Antonio Mancini Pintura al óleo sobre lienzo de la segunda mitad del siglo XIX. Firmado abajo a la izquierda en rojo A. Mancini Roma Medidas: cm al 100 x 75 Antonio Mancini (1852 Roma - 1930 Roma) En el mismo año del nacimiento de Mancini, la familia se mudó a Narni. Aquí recibió una primera formación con los escolapios de la iglesia de S. Agostino. A instancias de los condes Cantucci, que reconocieron su predisposición al arte, Paolo envió a su hijo a trabajar con un decorador local y muy pronto, en 1865, probablemente para encaminarle hacia buenos estudios artísticos, decidió trasladarse con toda la familia (la esposa y los tres hijos, Mancini, Giovanni y Angelo) a Nápoles. Inmediatamente empleado como dorador en una bottega en el vicolo Paradiso, "cerca de la casa de Giacinto Gigante" (de los Apuntes autobiográficos dictados por Antonio Mancini a su sobrino Alfredo en los años 1925-1930, transcritos en Santoro, p. 257), Mancini fue enviado a la escuela al oratorio de los girolamini y siguió simultáneamente la escuela nocturna en la iglesia de S. Domenico Maggiore, donde conoció y comenzó a frecuentar a su coetáneo Vincenzo Gemito; en el estudio del escultor Stanislao Lista tomaron la costumbre de dibujar a partir de moldes antiguos y sobre todo del natural, retratando modelos ocasionales encontrados en la calle y representándose el uno al otro. A este momento parece deberse el pequeño monocromo que representa a un Joven scugnizzo desnudo (Nápoles, FL, colección Gilgore). En julio de 1865 consta inscrito en el instituto de bellas artes de Nápoles (sus profesores en la escuela de dibujo de figura fueron Raffaele Postiglione y Federico Maldarelli), obteniendo ya al año siguiente el primer premio de la escuela de figura. Como Gemito, Mancini no se contentó con ensayar en los temas académicos, sino que volvió su mirada a la realidad circundante, tomando inspiración del espectáculo de la vida popular; el mundo del circo, en particular, le proporcionó decisivas sugerencias. La llegada de Domenico Morelli a la cátedra de pintura del instituto en 1868 representó una etapa fundamental en la formación de Mancini, quien, aunque ajeno a las principales tendencias creativas y temáticas de Morelli, compartiría con el maestro, absorbiendo críticamente la orientación antiacadémica de sus enseñanzas, la necesidad de un arte sólidamente centrado en los valores formales. A instancias de Morelli, Mancini tuvo ocasión de formarse en la gran pintura napolitana del siglo XVII, asimilando a fondo la lección del naturalismo napolitano en las iglesias y museos de la ciudad. Con Francesco Paolo Michetti, también llegado a Nápoles en 1868 desde Chieti, así como con Gaetano Esposito y Paolo Vetri, Mancini estrechó un fuerte e incisivo vínculo de vida y de trabajo durante los fundamentales años de estudio en Nápoles. Si la primera obra datada de Mancini (Testa di bambina, 1867: Nápoles, Museo di Capodimonte) se demuestra todavía una prueba de no significativo respiro, al año siguiente debutó con una auténtica obra maestra, Lo scugnizzo o Terzo comandamento (Antonio Mancini, p. 95 n. 1), representación de un adolescente harapiento y desheredado contemplando los restos de un festín mundano, cuya opulenta alegría (evocada sólo a través de detalles de naturaleza muerta) resulta próxima al joven y sin embargo para él intangible, chabacana y sin embargo envidiable. La obra fue expuesta después en 1875 en la Promotrice de Nápoles, y es de considerarse, con Dopo il duello (Turín, Civica Galleria d'arte moderna: ibid., pp. 95 s. n. 2), incunabula de la poética manciniana, rica en los medios pictóricos y fuertemente evocativa en las elecciones temáticas. Prodigioso banco de prueba del artista de dieciséis años, fue por lo demás inmediatamente admirada por Lista y Filippo Palizzi que la vieron en el primer estudio de Mancini, obtenido "en el suppigno de una casa cercana" (Santoro, p. 257), en el vicolo S. Gregorio Armeno. Tomó inicio, con este género de producción, la predilección por la representación de los scugnizzi napolitanos, cuya infancia negada por las miserables condiciones de vida es descrita con intenso realismo y al mismo tiempo transfigurada en clave mítica. La íntima identificación moral con el mundo de los excluidos no comporta de hecho una adhesión a las cadencias expresivas propias de la denuncia social, haciéndose más bien vehículo de sublimación poética y psicológica (véanse Carminella, 1870: Roma, Galleria nazionale d'arte moderna; Il prevetariello, 1870: Nápoles, Museo di Capodimonte; Il cantore, 1872: L'Aja, Museo nazionale H.W. Mesdag; Saltimbanco, 1872: Nueva York, Metropolitan Museum of art; Bacco, 1874: Milán, Museo nazionale della scienza e della tecnica). Al inicio del octavo decenio, tras los buenos éxitos en el instituto de bellas artes - en 1870 consiguió el primer premio para la pintura; al año siguiente, el del dibujo de figura con Vestire gli ignudi (Nápoles, Accademia di belle arti) - y gracias al interés de Antonio Lepre, médico y profesor de anatomía en el mismo instituto, Mancini obtuvo algunos locales en el ex convento de la iglesia de S. Andrea delle Monache que utilizó como estudio junto con Gemito, el escultor Michele La Spina de Acireale y el pintor Vincenzo Volpe. Allí realizó, en 1871, la Figura con flores en la cabeza que, expuesta en la Promotrice de Nápoles, le dio a conocer al músico belga Albert Cahen, quien solicitó una réplica. Hermano menor de Édouard, influyente financiero establecido en Roma, Albert Cahen se convirtió muy pronto para Mancini en un verdadero patrón; éste es el primero de aquellos numerosos vínculos mecenatistas que constituirían una constante de todo el recorrido profesional del artista, caracterizando su relación con la comisión - siempre condicionada por una dependencia material ya insólita para los tiempos - en clave fuertemente antimoderna (Rosazza). A través de Cahen Mancini entró en contacto con personajes de la sociedad culta cosmopolita (entre otros el escritor Paul Bourget y la familia Curtis) que muy apreciaron y sostuvieron su producción. Fracasado el intento de acercar a Mancini al mercante alemán G. Reitlinger, sostenedor de otros pintores meridionales, Cahen proporcionó a Mancini contactos con el mercado artístico internacional, que le permitieron enviar cuadros a Alphonse Portier que consiguió garantizarle la venta de algunas obras. Siempre a través de Cahen, Mancini encontró acceso a los Salones parisinos, donde envió en 1872 Dernier sommeil y Enfant allant à l'école y en 1873 Orfanella (Ámsterdam, Museo nazionale), ya rechazado, por sus grandes dimensiones, por Giuseppe Verdi que lo había visto en Nápoles (Santoro, p. 257). Se remonta a 1873 el primer importante viaje de estudio: en mayo visitó Venecia, donde alcanzó a Cahen, y posteriormente Milán, en cuya Exposición nacional de bellas artes expuso dos obras de pequeño formato descartadas en primera instancia por la comisión, pero luego reinsertadas en la muestra en puestos de honor por el ordenador Eleuterio Pagliano. En el verano de 1874, con Gemito, Michetti y Eduardo Dalbono, Mancini frecuentó asiduamente la villa Arata de Portici, donde a partir de julio residió con la familia de Mariano Fortuny, en los meses inmediatamente posteriores a la muerte repentina de Fortuny, ocurrida en Roma el 14 de noviembre de aquel año (Picone Petrusa, p. 426). El encuentro, fundamental - como para los otros artistas napolitanos - en razón de las extraordinarias sugerencias pictóricas y estéticas desencadenadas por la frecuentación del maestro español, representó para Mancini la posibilidad de venir finalmente conocido por Adolphe Goupil, el célebre mercante francés sostenedor de los más vivaces talentos pictóricos y decorativos del momento. La obra Jeune garçon tenant une pièce de monnaie de 1873-74 (Nápoles, FL, colección Gilgore: A chisel and a brush, p. 70 n. 18), don de Mancini a Fortuny, formó de hecho parte de la célebre venta en subasta de la colección del artista español, ocurrida en París en 1875 precisamente a cargo de Goupil. A raíz de esta ocasión de fuerte visibilidad, Mancini fue solicitado a trasladarse a París, donde permaneció de mayo a septiembre (1875) y donde tuvo ocasión de conocer y frecuentar no sólo a los artistas italianos activos en la capital francesa, como G. De Nittis y Giovanni Boldini, sino también a Ernest Meissonier y Jean-Léon Gérôme. Del mercante parisino Mancini obtuvo un contrato que le habría consentido no residir en París, sino enviar obras desde Nápoles; aunque en el catálogo del Salón de 1876, donde fue expuesto Le petit écolier (París, Musée d'Orsay), resulta residente junto a Goupil, Mancini en aquel año se encontraba de hecho de nuevo en Nápoles. Un intento no logrado de abrirse un mercado en Roma (donde permaneció brevemente en el Circolo degli artisti) y, sobre todo, el escaso éxito en la Exposición nacional napolitana de 1877 (donde expuso Ama il prossimo tuo come te stesso e I figli di un operaio) le indujeron sin embargo a intentar una nueva experiencia en Francia, y en marzo de 1877 estaba de nuevo en París, con Gemito. Según lo informado por Cecchi (pp. 85 s.) Mancini llevó consigo a Francia el más significativo entre los cuadros dedicados a la representación de los scugnizzi napolitanos, el Saltimbanco (Filadelfia, Museum of art, legado Jordan) en disfraz con pluma de pavo real, realizado en Nápoles "a la sombra de vela directa de Gemito" y obra maestra de extraordinaria síntesis poética del artista. Llegado a París dañado, el cuadro fue retocado por el mismo Mancini (1878) que al efecto hizo venir expresamente desde Nápoles a Luigi Gianchetti, llamado Luigiello, joven scugnizzo convertido en su modelo preferido. El saltimbanco, adquirido en primera instancia por Cahen, fue después expuesto en la sección italiana de la Exposición universal de 1878 y allí adquirido por el comité de la Exposición (Antonio Mancini, p. 101 n. 13). Se data en estos años el pacto económico que Mancini estrechó en París con Gemito, una suerte de acuerdo proteccionista que habría debido impedir a ambos vender propias obras sin el consenso el uno del otro en relación con el precio de venta. Tal pacto, desventajoso para ambos, generó una serie de ásperos contrastes desembocados, en 1878, en la dolorosa ruptura de la amistad con el escultor. Los disensos con Gemito, por lo demás, fueron pródromo de un general estropearse de la experiencia parisina, funesta por deudas, enfermedades así como por la difícil inserción en los exigentes ambientes de la mundanidad local. Con la amargura de un personal fracaso Mancini regresó por lo tanto a Nápoles en marzo de 1878. El ya precario equilibrio psíquico fue en los meses sucesivos definitivamente turbado y, aun continuando pintando (La corallaia; Casa di pegni; Si vende), Mancini fue sujeto a repetidas crisis nerviosas (Oliverio). Confiado a los cuidados del profesor Giuseppe Buonomo en 1881 fue internado en el manicomio provincial de Nápoles. Ni siquiera en los meses transcurridos en el manicomio, desde octubre de 1881 hasta febrero de 1882, Mancini cesó de pintar; pertenecen a este momento el Ritratto del dottor Buonomo, el Ritratto del dottor Cera, diversos retratos de encargados del manicomio, así como numerosísimos autorretratos - género en el que nunca se cansó de ensayar - en los cuales Mancini se escrutaba con agudeza en una suerte de despiadada autobiografía de sus estados psíquicos (Antonio Mancini, pp. 104 s. n. 19, 116 s. nn. 41 s.). Testimonio de su estado de turbamiento es, además, una desbordante grafomanía que se manifestó en cartas interminables e inconexas enviadas a amigos y conocidos (parcialmente consultables sólo en Santoro). Dado de alta de los institutos de cuidado y ayudado financieramente por el barón Carlo Chiarandà, Mancini decidió dejar Nápoles por Roma, ciudad donde se trasladó definitivamente en 1883, sostenido también por un pequeño subsidio mensual ofrecido por el instituto de bellas artes por interés de Palizzi y Morelli. Se remonta a 1883 también el inicio del sodalizio con el marqués Giorgio Capranica del Grillo, hijo de Giuliano y de la actriz Adelaide Ristori (en 1889 ejecutó su retrato hoy en la National Gallery de Londres), exponente de punta del ambiente cultural romano, el cual se convirtió en mecenas y tutor. De poco sucesivo fue el encuentro con Daniel Sargent Curtis, rico mecenas americano, establecido en Venecia en el palacio Barbaro, y con el hijo pintor, Ralph Wormsley Curtis, primo de John Singer Sargent; con las obras enviadas para su residencia veneciana, Mancini se insertó en el giro de los coleccionistas extranjeros residentes en Italia, importante filón de comisión a lo largo de todo el arco de su vida. Siguió el encuentro con el escultor Thomas Waldo Story, hijo del más conocido William Wetmore Story, americano, establecido definitivamente en Roma ya desde 1851, el cual le ofreció la oportunidad de trabajar en su estudio sito en el palacio de familia en via San Martino della Battaglia. Permaneció en cambio siempre una relación a distancia aquella con el pintor de marinas
Antichità Santoro 
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